miércoles, 15 de julio de 2015

4 Los Pensees

A consecuencia de su temprano deceso, Pascal no pudo terminar la gran Apologética que tenía planeada. Solo dejó notas y fragmentos, alrededor de 1000 papeles en unos 60 fajos, que en 1670 fueron la base para la publicación por amigos jensenistas de una edición titulada Pensées sur la religion et autres sujets («Pensamientos sobre la religión y otros temas»). Esta primera edición tiene gran mérito, ya que los editores —algo poco usual en esa época— trataban de publicar y hacer asequible una obra pese a estar inconclusa. Sin embargo resulta problemática porque los editores no se guiaron por el texto original, pese a que este se encontraba disponible como manuscrito autógrafo, si bien solo en forma de fajos de papeles, sino que usaron una de las dos copias que los Périer habían mandado hacer de los fajos poco después de la muerte de Pascal. Resulta más problemática aún por el hecho de que los textos conservados fueron abreviados con arreglo a diversos criterios y que —a diferencia de la copia utilizada, que había conservado básicamente el orden de los papeles y los fajos— se introdujo un orden nuevo, supuestamente más lógico, de los fragmentos. Las ediciones modernas son el resultado de una paciente labor filológica en los siglos XIX y XX. Esta comienza en 1842, cuando el filósofo Victor Cousin, en un informe dirigido a la Academia francesa, hiciera ver la necesidad de una nueva edición de los Pensées, en vista de las evidentes deficiencias de la primera edición, que hasta entonces todos los editores habían reproducido en lo esencial, aunque casi siempre con abreviaciones y reestructuraciones adicionales. De hecho, aún en 1844, Prosper Faugère intentó por primera vez realizar una edición completa basada en los papeles originales de Pascal, reordenándolos sin embargo libremente en capítulos y secciones de acuerdo a criterios de contenido. Este principio se continuó aplicando y supuestamente perfeccionando por parte de otros editores posteriores, llegando a ser el más conocido de ellos Léon Brunschvicg con su edición de 1897–1904. Alrededor de 1930, los investigadores abandonaron el prejuicio establecido de que los papeles de Pascal en último término no habían tenido orden alguno. En cambio reconocieron que al menos 27 fajos (es decir, alrededor de 400 papeles) correspondían a otros tantos capítulos en las intenciones de Pascal y ciertamente mostraban un orden interno. También otros fajos se evidenciaron como más homogéneos y más ordenados de lo que hasta entonces se había pensado, de modo que se pasó (especialmente Louis Lafuma, 1952) a ediciones cuyo texto corresponde al original autógrafo y cuya estructura se orienta en gran medida según las copias, o mejor dicho según la mejor de ellas (en 1710–1711 el sobrino de Pascal, Louis Périer, con la mejor de las intenciones, había reordenado todos los papeles, pegándolos en grandes pliegos). Sin embargo, aún las ediciones más recientes no son más que aproximaciones hipotéticas. Necesariamente sigue sin responder la pregunta de cómo habría sido la obra si Pascal la hubiera podido terminar (y de si acaso la hubiera podido terminar en vida). Los 27 capítulos mencionados muestran el camino que Pascal quería seguir en la argumentación de su apologética del cristianismo. La apologética se divide en dos: «Primera parte: La miseria del hombre sin Dios. Segunda parte: La felicidad del hombre con Dios» (Laf. 6). Primero, los capítulos bajo los títulos de «Vanidad», «Miseria», «Aburrimiento», «Contradicciones», «Distracción», etc., presentan una imagen dramática del estado de la humanidad, ejecutada con brillantes formulaciones paradójicas e irónicas, dedicándose a continuación a los filósofos en la búsqueda del «más alto bien» para encontrar la solución de las aporías de la existencia humana en el cristianismo. En esta parte, la demostración utiliza ampliamente la exégesis de los padres de la Iglesia, transmitida por Port-Royal —si bien en una forma «moderna», muy historizante— por lo que no pertenece al ámbito de la investigación histórica crítica moderna. El objetivo de la apologética de Pascal es la conversión de los ateos o dudosos. En el material anexo de los Pensées, es decir en los demás fajos de papeles, hallamos los grandes textos antropológicos elaborados «Desproporción del ser humano» (Laf. 199) acerca de la situación del ser humano entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, «Dispersión» (Laf. 136) acerca de la evasión del pensar sobre la situación real, caracterizada por la miseria y la muerte, entre otros. La unidad del pensamiento de Pascal desde sus escritos matemáticos hasta sus escritos teológicos se expresa plenamente en el famoso fragmento acerca de los tres órdenes de los cuerpos, del espíritu y del amor o la santidad (Laf. 308). Sin haber sido asignada a alguno de los 27 capítulos, se encuentra allí también la llamada «Apuesta de Pascal», según la cual la fe en Dios no solo es acertada sino también racional, porque: «Si ganan, lo ganan todo y si pierden, no pierden nada» (Laf. 418).